domingo, 5 de agosto de 2012

Cromatismo y Música ¿Ciencia o Arte?

Cromatismo, la periferia en el sentido por lo musical


"Caminando a través de un denso bosque. Las más extrañas
flores y plantas atraen nuestra atención a los lados del camino.
Pero nosotros no sabemos dónde estamos yendo, ni tampoco
de dónde venimos. Se apodera del oyente la sensación de estar
perdido, de estar a la merced de las fuerzas primitivas de la
existencia".

Wilhem Furtwaengler


Nos enfrentamos a un problema alquímico. La idea por sobre la materia. Alquimia significa una aceleración sobre los procesos naturales. En este caso el proceso natural, la idea de la mente, no tiene un espacio material donde representarse. El problema científico planteado por Kepler de la escala musical perfecta, que en partes separadas es un hecho, no puede ser resuelto de maneras conjuntas. Cada Clave, o Escala Tonal tiene una serie de armónicos que se representan en fracciones matemáticas. No se ha encontrado la forma de dividirlos, no hay fracción dentro de fracción, de manera que se pueda equilibrar los tonos para que suenen correctos tonalmente y a la misma vez en varias claves o escalas tonales en un mismo instrumento.

El problema alquímico no se solucionó, se puede decir en ese sentido de Giles Deleuze que desconocemos las posibilidades máximas de los cuerpos, que aún la música para explorar esas posibilidades, al menos en occidente, no se ha resuelto. Más bien se ha eludido. ¿Por qué acaso ciertas inteligencias afirman o parecen tener la capacidad de ubicarse por completo en el sistema musical? Esta pregunta no es fácil de responder a modo positivo pero en sí nos indica algo: no tenemos aquí una música universal, algo que pueda ser comprendido por el común de los cuerpos. Si alguien interpreta todas las teclas de un piano en orden, tanto blancas como negras, encontrará un sonido que da la sensación de infinito, que bien sería similar a la descripción del bosque citada de Wilhem Furtwaengler. El sistema igual temperado es una simetrización logarítmica de la escala diatónica y sus tonos (que imitan la escala natural de la voz). Una canción entonces suena “casi como debe ser escuchada” pero más allá de la ligera desafinación, surge un problema mayor. El sistema completo nos pierde, no hay en sí una relación entre canciones, entre escalas. No se puede percibir entonces el paso del tiempo, el sentido de un sistema global, más bien nos perdemos en el hoyo infinito del sinsentido.

La ciencia (arte) moderna de la música no contiene a lo probabilístico, como la física cuántica; deberíamos contener al sujeto y no lo contrario. Deberíamos de la misma forma que en India, afinar para cada interpretación, utilizar <tonos puros>. Ahora el sistema de música hindú, en principio, para occidente no tendría sentido, dado que no hay una explicación o teoría concreta que homologue los diferentes Ragas, y momentos del día en que se ejecutan, en un mismo sistema lógico. Para el pensamiento occidental eso es inaceptable porque no tiene garantías de ser efectivamente transmitido entre personas. Lo que llama la atención es que buscando intensamente en internet, y en algunos libros es casi imposible encontrar una excelente traducción, no de la técnica, sino de la técnica más el sentido que tienen los Ragas o podrían tener dentro de una escala occidental (que es en esencia apenas diferente). Entonces el problema no pasa a ser una cuestión de mera “falta de fuentes”, pues los musicólogos pueden no hallar respuestas en textos de lenguas antiguas, de ciencias que tenían menor tecnología de medición; tienen licencia para perderse en los textos griegos antiguos de teoría armónica. Pero sorprende que la academia presente un sistema como el igual temperado, como una respuesta práctica, una mera cuestión de instrumentalización, cuando a pesar de no encontrar certezas en los textos griegos se puede sin embargo observar que la otra mitad del hemisferio (Oriente) continúa utilizando sistemas similares a los paradigmáticos e indescifrables sistemas musicales de la Grecia Antigua que podrían enriquecer el lenguaje y los sentidos musicales. Evidentemente se trata de una falta de interés, o un discurso de ocultamiento.

Para colmo de mayor confusión, las traducciones que se han realizado, tanto como la invención del sistema igual temperado, han tenido, en muchos casos, finalidades prácticas. Entonces podemos imaginarnos la confusión o perdida de una línea histórica que esto pudo haber generado. Hoy en día las fuentes pueden corregir viejas fuentes erróneas. Como es el caso de los estudios de ciertos etnomusicólogos contemporáneos, se puede leer en Arane de Richard Dumbrill y en Critical Nexus, de Charles M. Atkinson. Sin embargo el sistema musical está arraigado en las costumbres, la música se convirtió en Arte. Aquello que para Kepler, y cualquier pensamiento neoplatónico de la época, era una Ciencia en el quadrivium griego, junto a la matemática, la astrología y la geometría; La música hoy no es motivo de búsqueda ni de precisión, es más bien un campo de incertidumbre existencial para los artistas modernos. Y de ese campo extraen sus grandes obras. En otros casos, la música popular, pero no tradicional, es decir, aquella expresión de costumbres folclóricas que puede asimilarse bien a la cultura de un criollo o un flamenco, queda sublevada por el paradigma occidental. Una guitarra occidental que narra la presencia de pueblos mixtos.


El mito de la música en la contemporaneidad

Documental sobre Mbiras y la cultura 
de la Música Shona de Zimbawe

No hay que pensar que la introducción de un elemento erróneo siempre devendrá en un error, ya que este puede transmutarse, lo contrario sería asumir que los espectadores o los receptores son tontos. Se han hecho cosas fantásticas con el sistema occidental y en sí permite muchas mezclas de “sonoridades culturales”. Por ejemplo analicemos el caso del blues y el rock, devienen de áfrica se dice comúnmente. En África una música autóctona muy renombrada, es la música Shona de Zimbawe, se llama Mbiras, son unas kalimbas que están afinadas de forma microtonal. Por ser música tradicional tiene similitudes con otras etnias. Las Mbiras (nombre que también se le otorga al instrumento) se afinan según el humor que causan, unas se asocian con la lluvia, otras con la noche, de forma similar a los Ragas de India. Lo extraño es que muchas veces Mbiras afinadas de distinta forma se interpretan en conjunto con un mismo patrón rítmico. Entonces diferentes temperamentos musicales se entrecruzan. El cantante por lo general ejecuta notas breves, como si fueran voces más mundanas, o como si acompañaran en segundo plano, como si gozaran del jolgorio del instrumento. Esto es muy en oposición a la música de India. Es más fácil relacionar la música de India, y las escalas árabes en general, con la música sinfónica de occidente. Pero la mezcla de temperamentos y el canto breve y entrecortado en Mbiras es más fácil de relacionar con el Blues y posteriormente el Jazz. La indefinición del temperamento, la falta de rubato que son tiempos indefinidos en el sostén de un tono, le quitan la solemnidad que comparten la música sinfónica y los Ragas de India. No es que ejecuten escalas muy diversas sino que tienen estilos instrumentales y rítmicos diferentes. La indefinición del temperamento en el Jazz permitió que en medio de improvisaciones se utilicen escalas cromáticas de estilos árabes, como en el disco Meditations de John Coltrane. En el climax de su interpretación Coltrane es libre de introducir elementos de otros temperamentos culturales. Sun Ra o Fela Kuti son otros exponentes en este tipo de técnica. De la misma forma Jimi Hendrix con el bending (estiramiento de la cuerda), en la guitarra eléctrica, consigue trascender En el sistema occidental, el lenguaje que se acompaña como explicación al mismo sistema.

Lo que se intenta indicar aquí es que no se trata meramente de una cuestión técnica sino también de un discurso y una problemática sociocultural. Sin embargo tampoco es tan fácil de sondear, hay una cuestión de acceso y negación de acceso, un problema de materia. Quizás el peor error del positivismo materialista y las tendencias sociales que devinieron no haya sido dar respuestas prácticas que se convierten en convenciones, sino asumir que esas respuestas prácticas debían renovar los términos semióticos, que el mito de la historia debía narrarse como si tuviera nuevos inventores, que la lengua del pasado debía re-significarse según las cuestiones prácticas. Los posteriores a esta tipología de divulgación no pueden en sí tolerar la ilusión de una “nueva historia”. Los músicos mencionados buscaron trascender los esquemas para obtener una aproximación más elemental o arcaica a la música. Es por eso que hoy se han convertido en íconos.

Así como Jimi Hendrix era una periferia en el jazz de la época y posteriormente Miles Davis pensó que lo que hacía Hendrix era mejor que su propia música e inclusive adaptó toda su performance a lo nuevo escuchado. Jimi Hendrix también pensó que King Crimson era la mejor banda del momento, como narra Robert Fripp en una entrevista. La periferia del Rock era el Rock Progresivo. Entonces mientras que las periferias populares se religaban en la “religión del rock”, había otro grupo de músicos experimentadores que tuvo menor difusión. A Harry Partch no le gustaba la música que hacía John Cage y probablemente al revés también, era una disputa entre compositores sinfónicos contemporáneos que comenzaban con mayores grados de experimentación, una década antes de la explosión de los 60’s. La verdad es que los rockers contemporáneos han tomado mucho de ambos. Hoy muchos afinan sus instrumentos de formas no-convencionales, ósea no utilizan la convención La=440hz, y muchos otros utilizan sonidos atonales en cintas que los mezclan con sus canciones. Partch era un investigador de la consonancia musical, quería descubrir la matriz musical si es que la había, utilizó las viejas teorías pitagóricas para armar una Citara gigante que contenía divisiones fraccionarias microtonales pero afinadas al estilo Just Intonation que deviene de la Escala intensa diatónica de Ptolomeo. Se conoce que ese método de afinación es más puro que el igual temperado, tanto por su imitación de la voz humana como por el sentido de la simpleza de su racionalización en números matemáticos, pero también siempre ha sido un poco incompleto. El ejemplo más claro es que tiene una séptima mayor que está varios Hertz por debajo de la que utilizamos en occidente, y ambas son válidas, es ahí que surgieron muchos experimentadores microtonales. Y aquí precisamente surge un punto a remarcar porque en la música de India están ambos tonos, de los dos sistemas occidentales mencionados, están ambas séptimas mayores o ambos Ni del SaReGaMaPaDhaNi. En India las nomeclaturas son tonos, es decir, son por su sentido interválico y no son notas de altura fija, como un La que siempre es, en la octava media, 440=Hz. En India La puede ser Sa si es la nota central de la canción, si Do es la nota central entonces a La le corresponde Dha.

John Cage, a diferencia de Partch, si bien utiliza el I-Ching, que tiene un devenir tradicional, no cree en una armonía sistémica o centralizada. A través del I-Ching utilizaba el azar y lo convertía en patrones matemáticos arbitrarios. Él creía no tanto en la música sino en escuchar los sonidos puros que no necesariamente estaban, según él probablemente creía, inmersos en un sistema de armonía o música relacionada por consonancia, por un sentido. Su potencial crítico a la música tonal de occidente que presuponía una gran racionalización fue punzante, bajo la dioptría de la obra de Cage, la música occidental es otra simple música popular de sentidos tonales comunes.

Cítara construida por Harry Partch
Se pueden oir fragmentos
interactivos aquí en este link
Si nos guiamos por el pensamiento de Gadamer en Mito y Logos, si tomamos la oración donde afirma que para que pueda nacer una cultura y desarrollarse se necesita la tierra fértil del mito, entonces todo este mito musical del siglo XX cobra sentido. Es más probable oír hablar sobre la hilarante presentación de John Cage en 4’33”, donde un músico sentado frente a un piano se abstiene, durante la cantidad de tiempo que es el nombre de la obra, a ejecutar una sola nota; que oír hablar sobre el Citara Gigante que construyó Harry Partch. Hay una relación mítica y pragmática en todo eso y muy probablemente devenga de una cuestión mayor que nos aleja de una verdadera búsqueda por la música. La música no es el objetivo del mito narrado. El objetivo del mito está en el seno mismo de su creación. El mito tiene por objetivo trascenderse, desenmascararse, pero también tiene su propia barrera que es la propia cultura. Allí donde se haya el límite del problema sociocultural es donde el mito se detiene y pierde su búsqueda musical.

El problema es principalmente semiótico, haya sus barreras en el límite cultural del significado de la palabra, así música para el occidental no es aquello mismo que es para el músico de India. Donde hay un mito es que falta una verdad, así música para el occidental no es La Música. Como sería ésta en el mundo de las ideas platónico, en la capacidad humana de percibir sus posibilidades. Es importante remarcar que no se trata de una percepción metafísica, hay pruebas físicas y aproximaciones reales como se ha citado al principio a propósito de Kepler. La música para el occidental quedó en el plano de <Esa música que emana de los instrumentos, del sistema igual temperado, de ese sistema frondoso como un bosque encantado sin señalizaciones>. Entonces cuando se narra el mito, se narran aquellos hechos que han superado a la bestia mítica, en este caso, el bosque del instrumento igual temperado; aquellos que han trascendido la falta de señalizaciones. Al principio del mito se decoraba el bosque con señalizaciones pequeñas y parecía asombroso poder hallar guía aunque sea por ciertos páramos o pasajes, cuando la música neoclásica afloraba. Luego los románticos se atrevieron más y nos mostraron que el bosque podía vibrar mucho más sin perdernos. Finalmente con Jimi Hendrix vimos que todo el bosque era nuestro, que podíamos correr desnudos, que no habría ningún problema en su falta de señalizaciones. Pero en cierto punto ninguna de todas estas narraciones son ciertas, por eso es que son míticas, al fin y al cabo son música, vienen del mundo, no hay nada nuevo en las diferentes aproximaciones, todas y cada una de ellas son válidas. Y esto inclusive podría homologarse con la idea de John Cage, hay que escuchar los sonidos como son, no como pretendemos que sean. Pero en el hombre parece permanecer otra verdad que no es el sonido, sino la música, razón por la cual este texto mismo tiene sentido. Es la misma razón por la cual Harry Partch o La Monte Young han tenido menor difusión que Cage y ni cercana difusión a la posterior explosión del rock de los 60’s. Es casi un efecto neurótico, el occidental en un punto no se enfrenta con el problema de la música, se enfrenta, en cambio, con la institución, con la academia de su sistema lingüístico, de las explicaciones que rodean al paradigmático sistema igual temperado. Porque en sí la música no tiene un problema o un mito, la música como el mundo, fueron y han de ser siempre algo que está desde antes y perdurará por siempre, algo que funciona y vibra tanto como la vida del hombre y de la cual es parte.

Entonces es un problema material, nadie tiene acceso a la Citara Gigante de Harry Partch, pero no sólo al instrumento en sí, sino a la compleja matemática y los conceptos musicales que definen el microtonalismo. Este problema surge por la disposición misma de los conceptos académicos y los instrumentos occidentales que están a disposición de los músicos. Hay, entre ellos, una necesidad de comunicarse, y narran el mito para suplir esa falta en la comunicación, aquello que sus instrumentos, y el sistema lingüístico que lo acompaña, no pueden realizar por naturaleza. Pero que la música, según comúnmente percibido, sí puede por su misma naturaleza.

Athanasius Kircher, Turris Babel 1679
Y en ello hay una problemática más grande, no sólo la falta de materia o la desculturalización o más bien la ilusión de culturalización del erudito de occidente, generan ese problema. No es simplemente una ignorancia interna, ya que vimos como el mito enriquece y denuncia esa ignorancia, a través de sus propios medios, la ruptura en el sentido del sistema igual temperado. Hay una ignorancia mayor y está en la barrera cultural. Quizás el abismo sea tan grande como lo fue la Torre de Babel de los pasajes bíblicos. Quizás sólo nos quede admirar la aproximación que han tenido autores como Kepler, que ha buscado en los astros el sentido de la música, de la misma forma que los antiguos, al no poder hallar en los textos suficiente guía. O también Harry Partch, que se ha dedicado a afinar instrumentos según el poco conocimiento que había sobre la música de la antigua Grecia. Pero hay algo que es seguro y es que hay un error evidente, y que no tiene simplemente que ver con una cuestión técnica en occidente de la “necesidad de construcción de instrumentos politonales” sino con un problema de semiótica, con una negación del conocimiento. Y es que no se debe adaptar, re-significar la palabra, según principios prácticos, sino que al contrario debe reivindicarse en sus sentidos originarios y en sus amplias posibilidades universales donde lo imposible es aún más fortuito que lo improbable. Así, si bien el mito de la música encuentra sus propias barreras en la sociocultura occidental, más allá de sus incertidumbres el hombre puede ver e intuir un significado ulterior.




Temperamentos Culturales – El sentido detrás de la técnica

Ahora voy a citar un ejemplo técnico, en la semiótica musical de occidente, que no intenta funcionar como prueba de lo anterior narrado, sino de ampliar las pistas para el cuestionamiento del sentido otorgado a la música o a lo teórico del sistema musical. Y también dilucidar un poco más los conceptos más periféricos del común de la teoría musical, donde microtonalismo y cromatismo a veces cobran significados diversos.

Lo primero a citar es que cromatismo pareciera hablarnos del color por su etimología griega. De hecho el término deviene de la Grecia antigua aunque sería complicado afirmar con qué sentido se lo adjudicaron al hecho musical. En música, Cromatismo se entiende por <serie de semitonos>. El concepto deviene de la Grecia Antigua donde había tres géneros, Diatónico (es la escala de tonos y semitonos, es una escala que imita una voz cantada humana), Cromático (es la escala que se divide en semitonos), Enharmónico o Inharmónico (es una escala que se divide en cuartos de tono). Ahora, para los Griegos eran tres géneros musicales y si bien utilizaban un heptágono para enseñar música, que indicaba el uso de escalas heptatónicas, los géneros se comprendían en tetracordios, disposiciones de cuatro tonos. Según lo que se puede leer en las fuentes bibliográficas no eran <series de semitonos>, no es el mismo sentido que se le da a cromatismo en la teoría actual de occidente. Era un género musical, no un mero aspecto técnico. Se puede notar su musicalidad en la figura del tetracordio, según las fuentes los ejemplos son de una tónica, dos tonos (sean cromáticos en semitonos o enharmónicos en cuartos de tono) y luego la proporción restante hacia otro tono musical llamado mese, que puede ser pensado como una cuarta justa occidental o un Ma hindú. Esa proporción restante creaba la musicalidad y no era entonces un concepto técnico en el que desde la tónica se dividía una escala en <series de semitonos> como se entiende por muchos hoy en día.

Bien, por más que el sentido más común para el término <cromatismo> sea una respuesta práctica, también en occidente tuvo un sentido teórico y llama la atención porque se utiliza menos en ese sentido, que sería más similar a lo que buscaron los renacentistas y Kepler a propósito de la música. Es complicado hallar fuentes de si en la antigüedad había algún término para lo que en occidente se llama modulación o transposición, ya que fue en ese sentido que el término cromatismo cobró un sentido teórico en occidente durante el renacimiento y posteriormente. Hay una razón material por la que esos términos no podían ser tan fácilmente deducidos en la antigüedad. Para una correcta afinación, los instrumentos antiguos, tradicionales, se afinan en base a una nota madre o tónica y luego se divide la escala en base a esta (ya sea por trastes o a ojo pisando la cuerda con los dedos). La división natural de la escala genera una problemática, como se mencionó al principio de este texto a propósito del problema alquímico, los tonos no permiten modulaciones. Es decir que si tengo un instrumento afinado en Do, la nota Mi estará afinada respecto a ese Do y estaría desafinada si se insistiera en la ejecución del tono Re como tónica. Con lo cual transponer o modular son conceptos impensables, de la misma forma que en los Ragas, había que re-afinar todo el instrumento para cambiar de escala o tónica. En ese aspecto podemos notar una gran diferencia entre la música autóctona y la música de occidente pero en el sentido perceptual del mundo completo no. Las escalas son similares y los tonos aproximados también. Musicalmente hablamos de la misma música con ligeras desviaciones de temperamento o bien se puede decir <pequeñas desafinaciones>. Se suele decir que esas desviaciones de temperamento son lo que genera las diferentes culturas y particularidades estéticas de las diferentes músicas del mundo. El timbre modifica la altura de un tono y sus posibilidades de resonancias armónicas, es decir, afecta el temperamento; las tendencias de los tonos a ir por una escala u otra, o ligeras desviaciones dentro de esta. Por ese motivo se afirma que el uso de ciertos instrumentos afecta el temperamento de los armónicos de un tono o de una armonía (una serie de tonos de una posible escala). Esto nos devuelve diferentes “estilos culturales”. Se suele decir también que la guitarra se toca por armónicos falsos, hay una técnica que remarca esto, luego de punzar con la púa una cuerda se la hace rebotar en el dedo gordo y provoca un armónico falso, esa técnica es común de usar en los virtuosismos de la guitarra eléctrica. La técnica denota, a manera de ejemplo, lo que sucede en la guitarra; no es lo mismo punzar en un lugar que en otro, así como la cuerda está dividida en tonos por el dedo o por trastes apretados, así como también donde se la punza divide y genera un armónico falso. Sobre todo ante el frondoso bosque del temperamento igualado, <la guitarra se vuelve un instrumento azaroso  ¿Cuáles son las ligeras masas que desvían el temperamento hacia una u otra escala? ¿Habrá algo de física azarosa en el instrumento o todo está controlado por el autor musical?> Alcanza con imaginarse que luego de ejecutada una nota, el ritmo y las resonancias ponen en juego un sinfín de posibilidades con el resto de las cuerdas afinadas del instrumento y los tonos del universo. La resonancia propia del instrumento afinado, el resto de las cuerdas que retumban tras el tono originario ejecutado vibran azarosamente. Es importante reiterar que el sistema del temperamento igualado está en puntos medios, con lo cual es propenso a desviarse hacia uno u otro lado dependiendo de pequeños movimientos físicos.

Por ejemplo el Sitar, que es un instrumento algo similar a la guitarra, tiene cuerdas simpáticas, éstas se afinan nuevamente cada vez que se va a ejecutar un Raga. Esa simpatía hará que el temperamento de la escala en las notas ejecutadas en los trastes no derive en otras tonalidades, en otras escalas o música, ya que vibran constantemente conteniendo una cierta Forma armónica.

Mbira de música Shona de Zimbawe
Ahora por ejemplo, una Mbira de Zimbawe va a tener un temperamento musical determinado, la afinación ya define sus posibilidades musicales, no tiene tonos que pertenezcan a otra música. Eso no significa que un cierto tono escuchado por un oyente no le recuerde a otra música y a otra escala que evoque ciertas armonías en el interior del alma a través del recuerdo, pero el instrumento en sí no gozaría del mismo azar. 
Lo que se puede pensar del instrumento de occidente es que no necesariamente ese azar ayuda a recuerdos de otras escalas armónicas o músicas, puede al contrario, desafinar ese recuerdo con vibraciones azarosas, ruidosas, llenando el espacio, ya que es un temperamento aproximado, desafinado.

El concepto de Cromatismo, que fue re-utilizado luego de las traducciones de los textos griegos durante el Medioevo, cobró un nuevo sentido teórico luego de la invención del sistema de doce tonos en occidente. Hay que asumir que los doce tonos estaban y que en algún sentido la música ya los conocía, pero nadie en occidente los había intentado meter en un mismo instrumento para que sonaran en simultáneo hasta que lo realizó el padre de Galileo, Vincenzo Galilei. Cuando apareció el primer ejemplar de instrumento experimentaron problemas graves, muy renombrados y conocidos como Wolf Note (nota del lobo), es decir había tonos que chillaban y se desafinaban. Esto es por la misma razón que un Mi en escala de Do no es lo mismo que un Mi en escala de Re. Una segunda mayor (un Mi en escala de Re) no es igual a una tercera mayor (un Mi en escala de Do).

Johann Sebastian Bach realizó el clave bien temperado y finalmente el tiempo de la academia llegó a la deducción del actual sistema igual temperado. Es decir solventaron el problema de la Wolf Note simetrizando los tonos, igualándolos. El motivo de la invención es que dicho sistema nos permite cambiar de clave o tonalidad, es decir de centro tonal, sin reafinar toda la escala. A esa música que permite la modulación y la transposición se le dio el nombre de Cromatismo. Pero en verdad Cromático se utiliza menos en ese sentido, dado que su sentido originario es utilizar dos semitonos contiguos; y el sentido que surgió en el renacimiento más bien es de la capacidad politonal que gozaban los instrumentos. En esta última significación no necesariamente las inflexiones de temperamento son por semitonos. La utilización del término cromático es en sí, una respuesta práctica, lo cual no está incorrecto en ese mismo nivel, pero adaptar la semiótica teórica del lenguaje de las explicaciones musicales <no induce el por qué musical y profana además el significado original>. El hecho de que podamos interpretar en un instrumento todas las escalas o tonalidades sin reafinarlo no indica que sea verdaderamente cromático, en el sentido descripto, ni tampoco correctamente politonal. Para que fuera verdaderamente cromático no debería aplanar los colores o como se diría en inglés en su doble sentido flattering the colours (flat en inglés también es hacer bemol una nota o tono). Debería ser musical, en el sentido tonal, y para ello hay motivos. El primero es que si es cromático entonces debe tener los tonos cromáticos, y no tonos aplanados, es decir, debería estar provisto  de los colores que le son propios; el segundo es que el término cromático se utilizaba en un cierto sentido tonal que era un género de la música griega antigua. Los semitonos de la música griega no son exactamente los mismos que los igualados del sistema igual temperado. La música que se entiende por cromática actualmente es o bien la llamada dodecafonía, o bien el llamado atonalismo, es decir, interpretar todas las 12 notas de un piano o una guitarra, y se llama justamente atonal porque está desprovisto de efectos musicales tal y como se entiende comúnmente respecto a la música tonal o diatónica (aquella que emana naturalmente de la voz). Ósea no es cromático en el sentido originario. El otro sentido de la palabra Cromático, que se le otorgó en el renacimiento a las nuevas capacidades de los instrumentos de transponer y modular, tampoco fue realizado en su máximo nivel teórico, ya que los tonos se encuentran aproximadamente desafinados.

Las resoluciones de tensiones en cadencias tonales por transposición utilizan tonos cromáticos, como en el Jazz o en Debussy o en Eric Satie. Esos efectos que no reconocemos como canción o tonalismo, son propios del temperamento de occidente. En sí occidente, en su sistema igual temperado, tiene su propio temperamento cultural de la misma forma que en la música de Bali, el Gamelan. Ésta tiene sus propios tonos que suenan “desafinados” para alguien de otra cultura, sin duda tiene una suma de sonidos o tonos compositivos que un Raga de India no tiene. La diferencia es que en occidente su particularidad tonal es por un error técnico dado por la simetrización, mientras que en la música de Bali sus tonos “desafinados” tienen sentidos estéticos, culturales y quizás mayores sentidos pero <en sí es una creación musical consciente>.


Gamelan Beleganjur
Música Gamelan tradicional de la isla de Bali, Indonesia.

Nos queda pensar entonces, más allá del problema semiótico actual que continuaré examinando, que occidente necesitó su propio mito de la traducción de los conceptos griegos para hacer su propia historia y generó su propia culturalidad pero entonces sería incorrecto pensar que esa culturalidad goza de aspectos técnicos más correctos que los que afloran en otras etnias.

Relativismo Musical  – El oído relativo y el proceso cognitivo

¿Y por qué no tocamos Sitar o Mbiras y ya?

Bueno lo primero que hay que reconocer es que cada sociedad necesita su propio mito y los estilos autóctonos son transmisiones culturales que se dan en el espacio de la propia comuna. Lo que habría que pensar es por qué occidente no hizo su propia versión cultural y en cambio devino en una historia tan tecnicista, tan sistémica, que pareciera no asimilarse en diálogo con otras culturas. Para poder examinar los motivos hay que revisar el mito y los quiebres históricos. Occidente cuenta tres historias fragmentadas. La Grecia antigua mezclaba la ciencia con el mito en las escuelas dogmáticas pitagóricas y luego en la filosofía helénica de Platón, por otra parte la Gnosis Medieval mezclaba la religión Cristiana con los mitos de la antigüedad y la astrología, y por otra parte sobrevino el iluminismo científico que nos lleva a la tercera parte de historia en occidente. La cultura para occidente se vuelve técnica, y la otra cultura histórica. Occidente se alimenta tanto de la cultura del pasado como de las “subculturas” que lo rodean, que están reducidas a la dioptría técnica. Pero hay que pensar que occidente no siempre fue así, que hasta dos siglos después del Medioevo occidente narraba aún sus propios mitos sin la dioptría técnica.

El hecho de que la tendencia occidental actual sea la entrega inmediata y notarial de garantías tecno-cientificistas que supuestamente comprenden cualquier material, ya que puede ser objetualizada hasta la cultura, no significa que esté desprovisto de mito sino al contrario que debe hacerse una lectura muy particular del mismo.

En un documental, que prolifera en internet en estos días, llamado “How the music Works”, “Cómo funciona la música”, podemos notar como se narran las explicaciones de la teoría musical en occidente. Alcanzan, en sus explicaciones, a decir que la sensación musical depende si se trata de un tono o un semitono. Esa explicación es matemáticamente incorrecta pues como he dicho en reiteradas ocasiones, no hay entre Re y Mi un tono como lo hay entre Do y Re si el instrumento está afinado en Do, dado que lo que importa es la distancia de la tónica, el efecto musical se expresa desde Pitágoras a través de fracciones matemáticas distintas que dividen la escala pero siempre desde la tónica. Lo magnifico del sistema igual temperado es que <nos permite cambiar velozmente de tónica>, pero ello no significa que la música intrínsecamente funcione naturalmente y se sistematice de esa forma. Inferir dicho concepto hablando de música también es un problema cultural pues omite el hecho de que esos tonos y semitonos no están igualados en todos los instrumentos orientales. Es decir, no hay explicación satisfactoria en occidente, no está ese triunfo de la razón, que Gadamer nos indica, no se realizó y de ahí el crecimiento en lo patológico del pensamiento occidental. Tener que explicar las deficiencias del objeto respecto a la naturaleza, para un occidental como para cualquier persona de cualquier cultura, significa un fracaso y un motivo de estudio trascendental, en cuya explicación el objeto pierde su suerte de encantamiento. Tampoco sería satisfactoria una diferenciación crítica hacia las divisiones de otras culturas que justificara las divisiones occidentales porque occidente no tiene en su cultura una mística propia y atractiva, así como tampoco funcionaría demostrar la verdadera incertidumbre que se tiene respecto a un sistema global de música, ya que aún no hay un corpus teórico lógico que pueda explicar las relaciones musicales (o de los intervalos) naturales.

Primera Parte del documental How The Music Works

En “How the music Works”, el conductor describe los instrumentos autóctonos, más convenientemente como ancestrales o de civilizaciones extintas, como “limitados por sus diferentes idiomas”. Infiere que un instrumento no podría dialogar con el otro. En principio es una falacia pues las Mbiras de Zimbawe están afinadas de diversas formas y se tocan en muchas improvisaciones en simultáneo. Segundo, niega la verdad en la música. Una música es música por su sentido idiomático y no por un aspecto técnico, occidente no creo un nuevo sistema de afinación sino que aproximó desafinando lo que ya existía de música para intentar que quepa todo en el mismo instrumento, pero el sentido musical aproxima ser el mismo. La música es tal por su propia cualidad multitonal, multimodal o multidiomática; que podamos interpretar una gran parte de esos idiomas en el instrumento occidental no significa que se puedan hablar todos los idiomas universales de la música. De hecho proponer una escala, ya sea física, a través detrastes en el instrumento o a través de un sistema lingüístico para ser utilizado en un violín, es reducir la inteligencia humana a una cierta escala. < La modulación en occidente es un proceso deficiente donde surgen disminuidos y disonancias, tiene su propio temperamento silvestre>. Esa maestría sólo se puede alcanzar con instrumentos autóctonos, ya sea re-afinando un Sitar. El hecho de que el proceso sea más lento no lo convierte en incierto. Al contrario es más certero. Lo que provoca el efecto música no es una escala, sino una serie de armónicos, estos están en movimiento, ninguna escala por ahora contempla a todos esos movimientos. Al contrario la armonía más natural nos indica que cierto azul no permitirá cierto amarillo sino cierto otro amarillo unos grados por debajo, así funciona la música y ningún instrumento puede captarla por completo actualmente aunque la mente sí.

Se ha probado que la inteligencia humana, es la inteligencia de un afinador, en el sentido de que Tiene Capacidad de Afinar, y no de reconocer afinaciones como se creyó equívocamente en el mito del niño prodigio con oído absoluto. <Los estudios científicos recientes de la facultad de Rochester afirman que son los animales los que tienen mejor memoria para el oído absoluto>, de hecho la razón por la cual la mayoría de los humanos no comprende el oído absoluto es porque está activa la parte deductiva del cerebro, que intenta comprender, alinear, armonizar de forma sistémica, los tonos oídos. Esa actividad se halla en otra zona del cerebro y al utilizarse hace interferencia con la zona más primal del oído absoluto, digamos entonces que los que tienen oído absoluto saben de alguna forma “apagar” ese lado del cerebro, y que el resto tiene deficiencias por no haber una correcta traducción cognitiva, que logre sistematizar de forma fija los tonos musicales. De hecho el test llamó la atención dado que gran parte de los participantes no-músicos tenían oído absoluto y gran parte de los participantes músicos lo contrario. Esto lo consiguieron porque el test se había realizado con cierta conciencia sobre algunos puntos. Primero utilizaron, a diferencia del método tradicional, otra forma para el reconocimiento de los tonos que no fuera a través de los nombres de las notas. Emancipándose del lenguaje exclusivista de la nomenclatura musical, así descubrieron que gran parte de la comunidad sin ejercicio musical reconocía la altura fija de los tonos. Segundo, transpusieron la misma melodía, y los participantes que habían ejercitado la materia musical reconocieron eso, en vez de notar si eran los mismos tonos o no, reconocieron que la Forma Armónica, la distancia entre los tonos (el intervalo) y la cadencia (ritmo y orden) era la misma. Esto se realizó en conjunto a otros tests sobre animales, las aves reconocían perfectamente las alturas fijas pero si se transponía ligeramente la melodía se desorientaban por completo. Es decir que, irónicamente, la zona más evolucionada del cerebro y única en el humano es la del oído relativo. Es lo que le da al humano la capacidad de entender las múltiples formas más allá de su contexto. El oído relativo tiene la capacidad de Traducir, de Transponer, de buscar una forma universal en todas las formas. El oído absoluto en cambio es un reconocimiento automático del cerebro, como la alerta, estas formas se ven en interferencia ante la conciencia humana en su capacidad de reflexión y atención emancipada.

Otra vez la ciencia empírica, existo y luego pienso, ha desplazado los falsos paradigmas que enaltecían los mitos infundados. Pero cuál fue el truco más sencillo para ese descubrimiento sino asumir dos cuestiones éticas en el auto-reconocimiento de lo erróneo. Hubo que asumir que la nomenclatura de la teoría musical occidental no era cognitivamente correcta y jamás podría haber ayudado a dilucidar las verdaderas tendencias. Si la inteligencia del humano, deriva hacia la física cuántica, hacia el relativismo; y su capacidad es poner relatividades en juego, entonces nunca un sistema de tonos fijos podría ayudar esa capacidad. Ya sean estos tonos fijos por como están dispuestos en los instrumentos o tonos fijos por como están dispuestos en la nomeclatura (Do, Re, Mi). Es un buen momento para recordar que en India los tonos no son fijos sino que son relativos, los nombres fijos son ciertas posiciones fraccionarias de intervalos, el SaReGaMaPaDhaNi como los grados occidentales I, II, III, IV,V, etc. que pueden tener desplazamientos de afinación y altura por lo cual son tonos relativos y no absolutos.

La realidad teórica es que el sistema igual temperado, al simetrizar los tonos y por ende las escalas, no nos arroja <tonos puros>. Es decir, no acompaña la inteligencia relativa que mide las distancias porque arroja distancias inexactas. Como se puede leer en mi texto anterior Un raga para despertar, esto provoca un problema aún mayor, <los occidentales acusamos de desafinados a las personas que no ejercitan el canto dado que cantar en occidente es una experiencia de aprehender a desafinar la voz con el instrumento>, como dice un proverbio popular “Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia”.

Hay una página web, aunque probablemente ya lo hayan pensado muchas personas, que propone el sistema Cromatónico. Dicho sistema no solucionaría el problema de los intervalos en el temperamento de la afinación pero al menos nos aproxima a lo que sería <un sistema musical occidental más razonable en lo cognitivo>. La única diferencia que tiene el Cromatónico, es que se reemplazan lo que en occidente se llama alteraciones o accidentales por nuevas nomeclaturas, es decir, en vez de tener un Re bemol o un Do sostenido, que para el oído absoluto es el mismo tono, tendríamos un nombre para esa tecla negra de piano, por ejemplo Ko, y así sucesivamente podríamos tener Do, Ko, Re, Me, Mi, Ti, Fa, Fe, Sol, Sal, La, Le, Si llenando los doce tonos. De todas formas esto no modificaría un problema más intrínseco, porque la música no es un problema de sonidos absolutos, sino de Formas Armónicas que se posan de forma relativa, dando sentido a esos sonidos. El bemol o sostenido tiene una razón de sentido aunque no siempre se aplica en un buen sentido musical. En los tonos relativos del SaReGaMaPaDhaNi también se marcan esos accidentales que es más símilmente asociable a los nombres de los grados occidentales 2° (II) mayor o 2° menor, 4° (IV) justa o 4° aumentada, ósea, tanto los grados occidentales como los tonos hindúes tienen el mismo nombre para más de un efecto de intervalo o temperamento. Bien las escalas diatónicas y sus teorías modales en occidente tienen sentido en la nomeclatura porque obtengo un Do sostenido como Séptimo grado mayor de una escala en Re. Si en cambio interpreto la escala o modo Frigio en Do, ese mismo tono fijo cobra el valor de Segunda menor por lo cual tengo al siguiente tono Re bemol. Pero hay otras escalas en las que los términos se vuelven más subjetivos, por ejemplo si interpreto una escala con segunda aumentada, si bien esto no sucede en la escala más utilizada, la diatónica; con una segunda aumentada estaría también ejecutando lo que en la escala diatónica es una tercera menor. Se pisan los sentidos y ¿Cuál es el correcto? Tenemos términos absolutos para medir las alturas que no son lo que provoca la música, sino los sonidos, y tenemos términos relativos para medir las distancias, los intervalos, que son lo que provoca, junto con la tónica, la música. La inteligencia del hombre, en cambio, funciona al contrario puede reconocer una distancia en cualquier espacio que esté y un sonido familiar (como la voz de un familiar justamente) sin realizar ningún proceso intelectual.

Aún hay incertidumbres sobre si el pensar en sonidos absolutos interfiere o no en la capacidad musical relativa, en la capacidad de las formas que pueden transponerse. Probablemente el músico ya comprenda que el Arte se encuentra no en el conocimiento de lo uno, que está en un punto dado, sino en las dinámicas de las relaciones. Lo que el test de forma más interesante ha aproximado es la evidencia fortuita de que el lenguaje de occidente que vendría a explicar la música es prácticamente obsoleto. <Es sólo una aproximación teórica que empíricamente es inútil para una propia alquimia musical en lo cognitivo>.



Futuro - Nomos (νομος) vs. Kinesis (κiνεσις)

Ahora reiterando la pregunta ¿Por qué entonces no utilizar un Sitar y ya? Podemos hallar una nueva relación con lo mítico en occidente. Occidente descubrió su capacidad relativa, el sueño de poder desplazar cualquier centro tonal a gusto sin detener el hecho musical. El problema con el instrumento autóctono es que está afinado en una tónica o nota madre y todas las notas tienen perfecto sentido pero sólo respecto a la tónica a menos que se re-afine el instrumento completo. Ahora la emancipación de occidente cobra sentido, pero la falacia la encuentra en la propia respuesta práctica al mito que no trasciende la verdad intrínseca de la búsqueda de Kepler. En vez de tener una nota madre tiene 12 notas madres y ninguna de ellas entra en una armonía verdaderamente consonante, al contrario se encuentran ligeramente desafinadas en distancias inexactas.

Uno podría sencillamente pensar entonces que cualquier instrumento autóctono tiene más sentido y de hecho lo tiene pero no se aproxima a lo que occidente busca, aunque sí se encuentran desprovistos del error técnico. Probablemente la única razón por la que occidente no necesitó renovar aún toda su doctrina musical sea por el hecho de que puede recrear la música de oriente bien utilizando los instrumentos autóctonos, o bien ahora puede mezclarlo con sintetizadores de onda y adoptar sus escalas en formas electrónicas. Entonces la cultura de oriente, consumida por occidente, solventa allí la misma falta en la narración del mito.

Pero en sí este devenir no tiene evolución alguna consciente ni para Oriente, ni para Occidente. Fácilmente se puede imaginar como posible solución subdividir un instrumento oriental y retornamos al planteo original de que eso no es posible, no hay fracción dentro de fracción que sea posible. Si se intentara, uno notaría que comienzan a aparecer miles de temperamentos y se vuelve una tarea de distinción imposible para el músico. De hecho un estudio actual sobre las escalas demuestra que hay cientos y miles de escalas posibles. En la afinación fija de occidente la distancia de un semitono, entre un Mi y un Fa, es de aproximadamente 20Hz, el humano distingue muy fácilmente (en un contexto musical) diferencias de 4Hz, aunque de hecho distingue más. De sólo pensarlo cuantitativamente parece imposible, pero ¿Cómo, sin embargo, toda esa música es parte del ánfora auditiva del mundo? Tomando lo dicho por Douglas Adams, lo imposible tiene algo de fortuito que lo improbable no goza, la improbabilidad de establecer un sistema moderadamente lógico al vasto mundo musical ha sido <un fracaso empírico que nos ha devuelto eruditos artistas y desafinados no-participantes de la democracia musical>. En cambio lo imposible continúa vivo en la mística oriental y la mística de lo arcaico, y es motivo de música en el mundo.

¿Qué mejor manera de oír y ver lo imposible que en la Citara Gigante de Harry Partch? De echar un simple vistazo al documental donde se enseña como suena, ya se percibe que hay para el mismo acorde por ejemplo un Re y su triada, una versión mayor y una versión menor del mismo, pero no a 20hz de distancia, como el semitono igual temperado, sino en una muy leve inflexión de temperamento en la afinación del acorde, algo así como si una pizca de rojo pudiera cambiar todo lo que sentimos en un cierto amarillo. Pero en verdad no hay mejor forma de notarlo que en las mismas pequeñas inflexiones de la voz, no necesariamente en tonalidades como el sarcasmo o la risa, sino aún más pequeñas.

Documental de la BBC sobre Harry Partch
En el minuto 7:00 se observa la demostración de la Cítara

Otra vez entonces, no es la excelente resolución práctica de occidente sobre los instrumentos politonales, ni el silvestre temperamento que arroja la escala, no es la música lo que se pone en tela de juicio. Es la difamación de la semiótica originaria, y la omisión, a través de los conceptos teóricos con finalidades prácticas, tanto de la historia originaria como de la legitimidad de otras músicas del mundo lo que genera no sólo una problemática sociocultural de comunicación, sino una misma incertidumbre interna en los músicos y estudiantes de occidente, dado que la escala oriental tiene la consonancia certera de la medida de los intervalos.

El sistema musical igual temperado no es simplemente un paradigma narrativo. No sólo nos impide una comunicación sana y evolutiva en práctica entre culturas, sino que también nos impone una barrera que dificulta alcanzar una alquimia musical de los cuerpos y un verdadero conocimiento de las capacidades musicales del mundo. Es un tropiezo en las posibilidades cognitivas y pragmáticas de creación musical, no sólo por la disposición del sonido en los instrumentos, ya que la mente como hemos reflexionado a propósito del mito de occidente puede trascender la materia del instrumento, pero el lenguaje-razón de nuestra cultura y costumbres es una ley más complicada de sortear. Como los griegos llamaban a la ley, el νομος (nomos), el nombre, la nomeclatura, pareciera tener un efecto mágico sobre nuestros quehaceres, pareciera tener verdaderos efectos corpóreos.

Cuando Jacques Ranciere anuncia en el maestro ignorante que “un ignorante tiene la capacidad de enseñarle a otro ignorante aquello que ni él sabe” infiere un doble juego, alguien que desconozca las fuentes bibliográficas o que no haya tenido verdadero estudio es capaz de enseñarle, por azar o deducción común, correctamente a otra persona, pero también es la enseñanza de un ignorante, no sabemos qué ignora, quizás sus igno-enseñanzas nos vuelvan más ignorantes que antes de conocer algo. ¿Qué puede volver más ignorante a un músico que explicarle que la nota Do es una nota que aparece en casi todas las canciones? Desde el punto de inicio es erróneo, no sólo por el aspecto técnico de que no es matemáticamente el mismo Do, no sólo por la cuestión del sentido de que un Do entre ciertos otros tonos –o espacio armónico– es un cierto Do (por ejemplo sexta menor si la tónica es Mi) que en cierto otro contexto (por ejemplo tercera mayor si la tónica es La bemol); sino porque no está hablando de lo que sucede en sí, de la música y las diferencias que el estudiante nota (y que son verídicas), sino de lo que ese ignorante limitadamente conoce.

Vale, antes de finalizar, echar luz sobre la cuestión de los nombres. En una web que revisionan un posible temperamento para la música de la Mesopotamia antigua el autor nos indica que no hay motivos para asignar nombres a los tonos absolutos. Es decir, no hay un motivo para indicar que un Do es un Do, tanto como no hay motivo para que la nota entre Do y Re tenga dos nombres como Do sostenido y Re bemol. Ahora como forma, los nombres de los tonos en el sentido de escala y modo, tienen un poco más de sentido pero tanto en occidente como en oriente los sentidos se pisan. Tenemos más de un Ni en el SaReGaMaPaDhaNi, eso es porque hay dos séptimas, en occidente se diría una séptima mayor y una séptima menor. Aunque en occidente también hay un problema similar, la nota Do sostenido o la nota Sol o cualquiera tiene más de un sentido, ya que bajo el mismo nombre se puede tratar de una séptima menor o de una sexta menor. Es decir, tanto en la cuestión del oído absoluto, que en la antigüedad no estaba nomeclaturado y que en la actualidad desconocemos si tiene importancia o cuál sería esta. Muchos podrán notar una diferencia de carácter entre una canción en Do Mayor y una en Re Mayor, aunque muchas fuentes afirman que se piensa que los tonos en sí no tienen sentidos. Pero con las mismas escalas, los mismos intervalos, las mismas formas armónicas, parecieran tener diferentes caracteres si se tocan en una tonalidad (Do) o en otra (Re). A su vez nos enfrentamos con que estos intervalos matemáticos tampoco son precisos en sus nomeclaturas musicales para el oído relativo, ya que se pisan sus nomeclaturas con sus diferentes posibilidades de sentido, habiendo una misma forma de llamar diferentes efectos.

Nos queda pensar ahora nuevas posibilidades, si cada tono fijo debería tener un nombre diferente, si cada distancia musical debiera tener una nomeclatura individual, pero si eso no se ha realizado es porque quizás hay algo en el sentido de la música que no se halla tan entregado a darse a conocer, al menos no tan fácilmente en este contexto lingüístico-cultural. Quizás los tonos fijos sean más asociables como colores que como nombres, quizás debería enseñarse la música en conjunto con la matemática, como en la era de Pitágoras, para comprender de forma exacta las distancias de los intervalos y las formas armónicas. Quizás su belleza reside en hallar un sentido universal al orden del cosmos o un lenguaje universal para las relaciones humanas. Quizás estemos cerca de experimentar las posibilidades de los cuerpos que Deleuze afirma aún no conocemos, quizás estemos a un paso de desentrañar el mito del logos occidental que menciona Gadamer. Quizás haya una respuesta práctica y universal a toda esta maquinaria mundial que emana música, pero lo que es seguro es que cuanto más nos adentramos en nuestras leyes técnicas, más nos alejamos de la verdad, y hasta hallamos pruebas a manera de error. En sí, a partir del momento que se niega al sujeto, su libertad y su materia intrínseca de estados anímicos y expresiones naturales, como oriente tildado de escalas exóticas por occidente, más desigualdad artificial generamos; y cuanta más desigualdad artificial lingüística haya más desigualdad encontrará el humano en sí mismo. Lo que parecía igualar los tonos en occidente más diferenció a los eruditos, con sus nombres nomeclaturales y voces desafinadas forzosamente, de los grandes músicos que se encuentran ocultos entre los transeúntes que se consideran democráticamente inaptos para participar del mundo musical. Esa triste exclusión no sólo genera diferenciaciones en el seno de nuestra cultura, sino que también adormece la comunicación sana y creativa entre pueblos, no se puede permitir que el horizonte de los fines, la tierra plana, reduzca la comunicación global.



Nota Final:

Han sido demasiados los temas a los que se aproxima el artículo, hay mucho por ver todavía respecto a la anatomía de una octava, respecto a las inferencias del microtonalismo. También respecto a los sistemas de afinación y escalas y sentidos, como también dilucidar la diferencia entre el tetracordio, la música heptatónica y la división en 12 notas. Al menos nos hemos aproximado a establecer diferencias y similitudes entre oriente y occidente en sus temperamentos, en esa periferia musical, en un posible sistema global cromático. Y al mirar la invención de la Cítara de Harry Partch nos aproximamos un poco más a entender el vasto y rico mundo que nos brinda el estudio microtonal. Aún sin embargo es muy poco para interpretar qué es el temperamento y cómo podría afectar una posible musicoterapia o un sentido musical global más allá de los pequeños fragmentos comparados.

Gamelan:
Aquí se puede escuchar el Gamelan Beleganjur, música tradicional de Bali, Indonesia. Se puede oír un temperamento muy similar a una forma armónica común en canciones de occidente pero en mezcla con otros leves temperamentos y un ritmo particular.

Mbiras:
Aquí se puede observar un pequeño documental sobre la música Mbiras y las tradiciones culturales de los habitantes de Zimbawe.
http://www.youtube.com/watch?v=qja5kJ37lYA&feature=related

Documental How The Music Works:

La Citara de Harry Partch:
Aquí se puede ver el documental donde se muestra la Citara de 43 tonos construida por Harry Partch. En el minuto 7 comienza la demostración de la Citara, el músico nos explica la escala microtonal que nos demuestra como un acorde menor tiene a su lado por una diferencia ínfima armónicos mayores (o un acorde correspondiente mayor). Obviamente uno junto al otro en el video suena como si estuviera desafinado pero desconocemos sus posibilidades en mayores contextos.
Aquí se pueden oír, de forma interactiva –ejecutando el teclado de la pc– Algunos sonidos de la Citara de Harry Partch
En la página web de la que proviene el link se pueden observar todos los instrumentos construidos por Harry Partch

Aproximaciones a una nueva nomeclatura:
Aquí un link de una página francesa, el autor propone una nueva aproximación a la música de las esferas, si bien tiene ese título en realidad propone a la música especulativa en sí pues aún no ha trabajado una relación con los astros pero nos propone algo interesante, quitar los sostenidos y los bemoles en el Solfegio, para tener un lenguaje musical más completo. Ya que no hay motivos para deducir donde termina o comienza un tono y su nombre correspondiente.

Información de Música antigua y autóctona:
Aquí se puede continuar la lectura, aunque la información está en inglés. En estos dos links, los artículos fomentan el diálogo entre lo hallado de la antigüedad, la música tradicional de la actualidad y el sistema igual temperado adoptado por occidente. El primer link narra sobre el temperamento en la Mesopotamia dando frecuencias exactas a las notas, el segundo más orientado hacia la música de las esferas y las ideas de Kepler en comparación con músicas autóctonas y antiguas.
- Ancient Wisdom – Harmony of the Spheres: http://www.ancient-wisdom.co.uk/harmonics.htm

Un poco de Bibliografía
Arane, Richard Dumbrill.
The Critical Nexus, Charles M. Atkinson.
Para quien quiera leer un poco más sobre el tetracordio de la música en la Antigua Grecia y un poco más sobre la invención de Harry Partch puede continuar su lectura en “Divisions of the Tetrachord”

Artículos científicos
- A propósito de la capacidad auditiva en el test de la universidad de Rochester:

Artículo científico y teoría musical
- Un estudio científico sobre las múltiples escalas del mundo y un acercamiento a los modos de occidente:
A veces la única forma de aclarar las especulaciones es a través de pruebas técnicas, la información que está en el siguiente link, es un estudio científico y no podría sino estar más cerca de dar pruebas de la amplia multiplicidad de temperamentos microtonales. Además tiene un excelente diagrama que es muy útil como introducción a las escalas y los modos (sentidos múltiples dentro de la escala).

jueves, 2 de agosto de 2012

Un Raga Para Despertar


Ninguna música o canción de occidente logró despertarme por la mañana de forma apacible. Hace dos años o un poco más me despertaba con una mezcla de canciones, recuerdo despertándome de diversas formas y si bien es cierto que me han levantado de la cama algunas veces sin violencia, sin el salto violento que me induce a correr hacia el interruptor de volumen, nunca antes me había sucedido despertarme con tanta armonía.

Ravi Shankar - 1968 -
A Morning Raga, An Evening Raga
Varias veces he seguido durmiendo mientras sonaban Gaitas escocesas a volúmenes que molestarían hasta a los vecinos, pero no, no era una cuestión de volumen, era una cuestión de armonía, y como descubrí esta mañana, algo más que armonía, también había ritmos y kinesis, término de la antigua lengua griega para el movimiento, hace referencia al sentido o el orden de la dinámica. Ayer por la noche, ya entrada unas pocas horas de la madrugada configuré el equipo de música para que suene un disco, cuando buscaba en mi discografía leí: A morning Raga, An Evening Raga By Ravi Shankar, Un raga del amanecer, Un raga del atardecer de Ravi Shankar. Este músico de India, muchos lo conocerán por su trabajo en la interpretación de Sitar, en la canción Norwegian Wood del disco Rubber Soul de los Beatles, y otros lo conocerán por su propio trabajo con Ragas hindúes. El disco más difundido del músico sea probablemente Chants of India; dado que fue producido por George Harrison y contiene una serie de instrumentalizaciones sinfónicas y electrónicas. Otro trabajo junto a Phillip Glass en Passages lo posiciona también en una mezcla con la música de occidente.

Justo al mencionar a Phillip Glass sería complicado afirmar en su música tendencias muy occidentales, hay una obsesión en la repetición de los patrones que no es propia de la música occidental. Lo que a él lo determinó como músico fue su viaje a oriente, a India precisamente, cuando regresó abandonó sus obras sinfónicas de conservatorio, y decidió seguir su propio lenguaje, el minimalismo.

¿Qué nos presentan estas obras a diferencia de otras? Nos presentan el paso del tiempo, está incluido en la composición. La música no se afecta a través de una autoría, de una autoridad sobre el tiempo, es en cambio un fluir, contiene la idea de taoísmo, contiene una pequeña nada que nos muestra el todo. La fuerza menor visible nos muestra una fuerza mayor invisible. ¿Cómo logran esto los músicos mencionados? A través de una economía de recursos y la abstención del concepto de obra tal y como es comprendido occidentalmente, no intentan representar las cualidades eruditas de una persona, la obra no la representa, la obra en sí es un fragmento encontrado en la arqueología cósmica que debe interpretarse la suficiente cantidad de veces antes de movilizarse o transmutarse a su próximo estado. Hay alternativas para la siguiente representación, por ejemplo Phillip Glass es llamado minimalista justamente por reiterar Pasajes, tal y como se llama el disco que compuso junto a Ravi Shankar, esos Pasajes se desplazan luego de que han gravitado una cantidad suficiente de veces. Es una música que <”afina” el cerebro y no lo contrario>, es una música que intenta despertar las posibilidades de los cuerpos en ese sentido que afirma Giles Deleuze en el que aún no conocemos sus posibilidades máximas; y no, al contrario, un cerebro que cree poder afinar la música como obra. Se puede pensar en sí que la música es una obra del mundo, de la naturaleza o de dios. En el caso de Ravi Shankar, en otro disco suyo, llamado Transmigration Macabre (Macabra transformación), él músico atraviesa estados del atma (alma en la lengua hindú), Ansiedad, Muerte, Fantasía, Locura y más son los nombres que llevan esas canciones, Ravi Shankar realiza una traducción para la cultura occidental, nos demuestra qué es lo que intentan representar los Ragas.

En el disco A morning Raga, an evening Raga, realiza esa traducción cultural, nos narra con estos nombres las costumbres de India. Los nombres de los Ragas en verdad tienen nombres hindúes como Bilawal, Bharavi, Poorvi pero además tienen la cualidad de tocarse en diferentes momentos del día. Cada momento del día en la mitología hindú también está acompañado por un elemento. Los elementos para los hindúes son tres Pitta, Vata, y Kapha. Fuego, Aire y el último junta agua y tierra, donde emerge la vida en sí. Ahora ¿Qué es un Raga? Probablemente a menos que se tomen clases de Música Védica con un excelente maestro, o al menos que uno se vaya a India es difícil de conceptualizar, pero como explorador sónico de discos y lector de internet puedo realizar un esfuerzo por describirlo.

¿Qué es un Raga?

Lo primero que hay que saber es que un Raga no es ni una escala ni un modo, no cumple ninguna de esas propiedades técnicas, es más similar a una canción o sinfonía en el sentido de que comparte el hecho de que puede tener un accidental, como se le llama en la música de occidente, es decir tiene una escala determinada pero durante la interpretación una nota puede cambiar, volverse un bemol o un sostenido según se diría en occidente. Pero no es una canción o composición tampoco dado que no tiene una melodía determinada en una partitura. Entonces un Raga en sí es una forma musical más compleja que una escala o que un modo pero menos determinada que una canción o una composición. Un Raga es una Forma Armónica, pero armonía en un sentido más universal que el concepto en la música occidental, una armonía como en la pintura, que contiene el ritmo de la geometría de los tonos. Occidentalmente se lo puede pensar como <Forma que contiene yuxtaposiciones de cadencias transmodulares>. Una canción se reconoce como tal, como forma familiar dado que contiene una cierta cadencia, es decir que los tonos y sus armonías (osea los tonos y los acordes correspondientes) tienen un cierto orden y ritmo, una tensión y un reposo. También deben compartir, además del ritmo, para que la cadencia sea tal, la misma distancia en los tonos, ósea los mismos intervalos para una tónica, eso es lo que da el color de un modo. Esa forma puede repetirse en otra canción y uno piensa “esta canción es igual a aquella”, eso es justamente lo que evoca un Raga. La sensación de una Forma Armónica que se repite, no sólo en su naturaleza formal sino en el tema que evoca. En India la traducción del término Raga sería “aquello que colorea la mente”.

Puede verse técnicamente que un Raga también es una escala que tiene un cierto modo ascendente y otro modo descendente que pueden ser iguales o diferentes dependiendo de la cantidad de notas se ejecuten. A su vez un Raga puede empezar con pocas notas simples de esa escala e ir añadiendo notas para enriquecer las capacidades armónicas del mismo. Esto sucede también en el Maqam, la música de Turquía, y en otras músicas autóctonas. Lo que lo diferencia de occidente es que, en occidente una escala o modo es igual descendentemente que ascendentemente, es decir que la escala tiene un <principio técnico>, en occidente es muy común la transposición o modulación en la canción o la composición, es decir cambiar la escala o el sentido (modo) dentro de la misma (cambiar de acorde y sostenerlo para realizar una nueva cadencia). Los Ragas son similares a las canciones en el sentido de que ya vienen definidos con sus cambios, pero no según un principio técnico, dependen de la finalidad musical y comunicativa que tengan.

Por ejemplo un Raga de devoción y alegría probablemente contenga pocas notas y quizás ningún accidental o modo diferente para ascenso y descenso en la escala y un Raga de tempestad y reflexión, al contrario tenga más notas que una escala occidental, estos son de más común interpretación por la noche. Los ragas a la vez se afinan en 22 shrutis, que es similar a decir “notas” en occidente, como podrán ver en vez de 12 supera a casi el doble la cantidad de notas. Aunque no se utilizan los 22 tonos en un mismo Raga, la escala global contiene una mayor división. Esto le da ciertos efectos musicales más orgánicos y complejos que los que puede realizar un instrumento occidental, si bien hoy hay instrumentos electrónicos que pueden explorar esos lugares entre nota y nota, en el cromatismo musical, no hay un sistema Musical que acompañe dichas técnicas para otorgarles sentido en occidente. Es enriquecedor entonces darse cuenta que los Ragas se afinan, por más que sea con mayor complejidad cuantitativa de notas, con menor complejidad técnica ya que esa misma afinación tiene un sentido cultural o expresivo que se transmite de boca en boca.

Rueda de los Ragas y los Momentos del día:
http://www.itcsra.org/sra_others_samay_index.html
Otra cosa a remarcar de los Ragas es que estos se afinan intuitivamente, buscando un efecto anímico y a través del recuerdo de la música y sus Formas Armónicas. El Sitar se afina de formas diferentes en cada momento del día y el instrumento debe afinarse de forma orgánica, es necesario afinar no sólo las cuerdas que contienen los trastes de los shrutis o tonos que se interpretaran, sino unas cuerdas más pequeñas, debajo de las que ejecuta el músico, que tienen resonancias simpáticas o armónicas con estas. Es decir, el instrumento se afina para ese momento, para ese Raga y no para todas las posibilidades como en el instrumento occidental.

Reflexiones sobre oriente y occidente en la música

Instrumento Tradicional de India
Tampura
Hace tres semanas tuve la posibilidad de entablar una conversación por teléfono con el Profesor Mark Lindley de Boston, Nueva York. Durante la conversación estuvimos hablando de la música de India en comparación con la música de occidente, a raíz de una conversación sobre la historia de la afinación en occidente. Surgieron dos conclusiones de ese punto de la conversación, la primera es que no hay buenas fuentes para aprender los Ragas a través de libros, lo mismo sucede con casi todas las músicas autóctonas, continúan transmitiéndose de boca en boca. La segunda conclusión fue que, por la forma en que afinan los instrumentos, utilizan <tonos puros>, es decir afinan según lo que demanda la voz humana. Se afina una escala en base a una nota madre, si bien la escala o el modo ascendente o descendente puede modificarse en la interpretación, la nota madre no lo hará, por eso se conoce a la música de la India también como drone, por el hecho de tener una nota pedal que suena constantemente. Muchas veces un Sitar es acompañado por un Tampura, que es un instrumento que por lo general toca la nota madre o tónica más la quinta y la octava, es decir que hace alusión a las únicas notas más centrales y las más consonantes entre sí por sus proporciones, las que sostendrán el equilibrio en el Raga.


Las posibilidades de afinación entonces son otras, se re-afina el instrumento para que suene perfectamente en conjunto con la voz humana durante esa interpretación del Raga. En occidente el problema de afinación surgió en el momento que quisieron ajustar todas las escalas posibles adentro de un instrumento, no hubo otro método para aquello que reducirlas a un punto medio en el que sonaran “lo mejor posible”, eso mejor posible en muchos casos es Desafinado. Lo que más me perturba es cómo se cataloga en occidente al Cantante Desafinado. Cantar en occidente no es cantar desde el nacimiento, no se trata de un talento o expresión musical humana, <Cantar en occidente es aprender a desafinar con el instrumento>. Desconozco que podría tener de positivo un sistema musical desafinado, aunque reconozco lo que puede tener de positivo querer interpretar diversas músicas en simultaneo o al menos tenerlas afinadas en un mismo instrumento, es clara no sólo la practicidad, motivo de la afinación, sino las posibilidades de esa afinación que contiene diversas músicas, canciones o ragas dentro de ella. Pero de nada nos sirve esta disposición desafinada si se pretende una evolución en la comprensión de la forma musical.

Hasta el día de hoy ninguna música ha sido más iluminada para lograr despertarme en paz y progresivamente, para lograr que me estire con una sonrisa y agradezca haberme levantado junto al sol temprano, que esta hermosa música de India, que suena en A morning Raga. ¿Qué es tocar más de una música a la misma vez al fin y al cabo? ¿Es una mera cuestión técnica, un aplauso a una obra maestra material? ¿O de hecho hay algo más? Bueno, en verdad, en A morning Raga, el primero de los dos ragas del disco Raga Nata Bhairav, se interpreta más de una música a la vez. Para esto hay dos razones, una técnica y otra de sentido. La razón técnica es que hay un modo descendente y otro ascendente, ciertas notas ascienden y nunca descienden y al revés, con lo cual hay dos modos o dos escalas, aunque las notas centrales sí permanecen; en este caso no hizo falta otra tonalidad o instrumento, no hizo falta otra técnica instrumental, ni cambiar la nota madre para realizarlo, a diferencia sobre como se intentaría en occidente. Es decir que la habilidad del músico y la complejidad del instrumento y su sistema musical cognitivo han ampliado la paleta de colores sin múltiples tonalismos o diversas tónicas o notas madres. La otra razón, la razón del sentido es lo que más anhelo comunicar.

Ravi Shankar interpretando el Sitar

A través de la inflexión de notas el Raga de la mañana evoca un Raga de la noche (en el Sitar se puede estirar una nota hasta dos tonos arriba por lo menos, en una guitarra criolla, en cambio, con suerte sube un tono completo). Comienza con notas inciertas que van y vienen, ese efecto donde todo es difuso, como en la noche, los últimos pensamientos antes del sueño. El Raga está afinado con muchas notas de más. El ritmo complejo. A medida que avanza el Raga, sin embargo, se van intensificando las pocas notas centrales y el ritmo se vuelve intenso y determinado, se consigue llamar así al soñador desde su misma red y se lo lleva a la claridad del mundo matutino del amanecer solar.

La riqueza cultural que tiene esta mitología musical no es simplemente una traducción diferente de lo que sucede en occidente, no es una multi-culturalidad como afirmaría Ana María Guasch, no representa lo mismo que lo que se representa en occidente, no es en sí otro ejemplo más de lo mismo. Si verdaderamente en occidente no somos ni dogmáticos ni mitológicos como claman las políticas actuales de los seres, entonces somos al menos burocráticos para mencionar, en esa forma, la multi-culturalidad. Esto no es permisible por nosotros, la comunidad musical, si podemos intuir que hay algo por aprehender en otro lugar. Claramente no sólo me enfrento ante la experiencia de una posible musicoterapia de antaño desconocida por occidentales sino ante un problema técnico y de sentido en el que el horizonte de la música se expande mucho más allá de nuestros actuales conocimientos. La ciencia no como discurso, sino como práctica efectuada, debe prevalecer, es ésta la luz de las posibilidades y la evolución, el despertar de la conciencia hacia una nueva vida.


Nota final:
Hay aún más por descubrir, esta teoría en la cual la música está relacionada con estados anímicos, existió en occidente hasta el Medioevo, deviene de la Grecia antigua, de los pitagóricos. Sucedieron durante el renacimiento cuestiones sobre afinación que hicieron que dicha teoría, que exploraré próximamente en otra entrada, quedara olvidada.
A quien le interese continuar la lectura sobre cómo se produjo la historia de la afinación de occidente, y sobre todo el momento de inflexión en el renacimiento cuando intentaron utilizar más de una nota madre o tónica en el mismo instrumento, puede continuar la lectura aquí en el ensayo del profesor Mark Lindley. Aunque por ahora sólo se puede leer en inglés, dejo aquí el link para quien le interese.

Se puede descargar aquí en su perfil de academia.edu:

También, aquí debajo se puede descargar un Tampura Digital, es freeware y open source, no sólo trae una muy completa forma de realizar el sonido del Tampura sino que también nos muestra los ratios en fracciones matemáticas de cada uno de los tonos de la Música Védica:
CURRENT MOON